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Fue hace más de cinco años que esta hermosa aventura comenzó. Anoche, tan solo se concretó una etapa más de nuestro camino. Nada ha sido fácil y quizá en ello radique todo lo bueno que nos viene sucediendo. Desde la primera vez que me acerqué hasta ayer, no he sabido dejar de pensarte y estoy seguro que ambos lograremos todo lo prometido, tanto a nivel personal como profesional.

Tal vez somos poco ortodoxos pero estas semanas hemos sido todo lo contrario. Nunca hubiera imaginado este cúmulo de sucesos y sin embargo, conforme nos íbamos conociendo, ellos se tornaban reales. Atrás quedó la Torre de Juanita Eufrasia y el cómo adivinar lo que piensa el otro, sin la “torre” jamás te hubiera conocido, sin aprender a adivinar lo que piensas no seguiríamos juntos, aunque debo confesar que tú lo haces mejor. Nada nos pudo preparar mejor que todo lo sucedido hasta ahora, lo bueno y lo malo, todo lo superamos juntos.

Anoche, el maquillaje de nuestras mamis escondían complicidad y falta de sueño, los gestos adustos -por momentos- de nuestros papás, aprobación y un temor justificado, nuestra familia entera, mucho amor. Nosotros, toda la esperanza del mundo.

Te amo Pamela Prado!!!

 

afanoso

 

Hace poco, mientras tomaba una cerveza -Cristal para ser preciso, aunque prefiero Cusqueña-, me percaté de una sutil promoción que considero no hace otra cosa más que remarcar el erróneo estereotipo sobre este personaje en particular. Y es que muy independiente de si uno cuenta o no con la oportunidad de usar alguna prenda original, he sido siempre de la idea –si la economía o la oportunidad lo permite- de vestir la indumentaria oficial del equipo de mi agrado. Y aunque uno no espera ver al niño que vive en zonas marginales que gusta emular a Cristiano Ronaldo con una camiseta nike del Manchester United, tampoco sería algo inusual si tiene algún familiar en el extranjero. Sin embargo, por el solo hecho de no parecer un afanoso, dicho niño tendrá que privarse de usarla para jugar la pichanga diaria porque la segura mofa lo abrumará y probablemente acabe como la camisa tonera del fin de semana, la misma que terminará quemada por algún cigarro malicioso; roída por las polillas, si prefiere guardarla en el cajón de la ropa o enganchada en alguna reja -para su mala suerte- el único día que por esas casualidades del destino decida usarla.

 

Lo cual trae a colación la bendita tara que a veces a uno le imponen de pequeño, que no puedes usar tus zapatillas nuevas porque se rompen, que no te pongas la camiseta que tu tío te mandó de España porque se ensucia, que no juegues con tu pelota nueva en la calle porque se puede reventar, cuando la realidad es todo lo opuesto, jugar para caerse, aderezar con vidrios los tallarines verdes del vecino porque acabas de hacerle añicos -por enésima vez- su ventana, ensuciar tu camiseta favorita, reventar tu pelota el primer día o que no te la devuelvan una vez caída en la casa de al lado.

 

Personalmente juego con camisetas originales, aquellas que permiten expulsar el sudor y te mantienen siempre fresco, y no porque me considere un afanoso sino porque puedo, porque seguramente si no tuviese la oportunidad vestiría como cualquier mortal, claro que sin desear emular al hediondo de mi vecino que viste siempre el mismo polo como si fuera un amuleto. Y es que, como lo señala la RAE, afanoso es aquel que pone mucho afán y empeño en lo que hace, más nada. Quien busque llamar la atención no es más que un personaje carente del más mínimo sentido de ubicación, y para ello no basta usar una prenda oficial. 

 

 

  

 

aquaman

 

 

Cómo ser Aquaman -con el perdón de la DC Comics por el solo hecho de nombrarlo- cuando anduve todo este tiempo queriendo ser Batman o cuando simple y llanamente prefiero disfrazarme de Spiderman -ahora con el perdón de la Marvel-, cómo no querer tener sus poderes telepáticos que, aunque los comics digan que sólo servían para comunicarse con toda forma marina de vida, bien me caerían para poder entender a las mujeres, a ellas y los minúsculos caprichos que su grandiosa imaginación puede albergar. Y uno de repente podría decir que son absolutamente entendibles pero eso quizá sería lo más machista, y digo esto porque tal vez sería lo primero en decir aquel que no tenga el más mínimo respeto aludiendo que las cosas que se les ocurren son tan naturales que no cabría el no entenderlas, o mejor dicho, ignorarlas y que el tiempo con todo el tiempo que este debe tener por el mismo hecho de llamarse así las entienda, pero no, yo no las entiendo, y tampoco quiero ignorarlas, y no sé tampoco cuántos más me acompañen en este martirio, ruego que sean muchos o al menos uno más para poder discutir sobre el tema, y tampoco es que sea el ser más insensible sobre la tierra aunque tenga que reconocer que algunas veces -y no pocas- he pecado de ello.

 

Que si tengo que aprenderme su número celular y que si lo olvido se convierte en causal de riña, no sé siquiera el de mi mamá, creo con las justas recordar el mío y recuerdo incluso alguna vez haber dado como propio el de una ex por el mismo tema de que uno tiene que memorizárselos como si para eso no existiera el sistema de marcación rápida y uno tenga tan solo que recordar un número en particular del 1 al 9 en vez del completo. Me pregunto si acaso no existen detalles más importantes para recordar sin desmerecer claro está su carácter especial. Que si tengo que ser más o menos detallista, como si no supiera que soy el ser el más parco del planeta y ella ni siquiera puede darse cuenta de cuánto la quiero, todo por el maldito detalle de no poder usar el bendito power point para hacer un collage con lo mejor de nuestras fotos que pueda gritarle -hasta dejarla sorda- no tan solo que la quiero sino que además la adoro.

 

Una vez una amiga me dijo que esos caprichos minúsculos, lo cual no quiere decir que carezcan de importancia, son particularidades que las mujeres adoran quiéranlo o no y que aquel que guste compartir momentos con ella debe saber valorar. Le dije que era muy directo, muy franco, muy sincero, aquel que quizá con la sinceridad mata, me contestó que si bien prefiere la sinceridad, con lo coquetas que suelen ser, prefieren de vez en cuando una verdad algo maquillada, quién diría. Yo por el momento me seguiré disfrazando de Spiderman pero con la personalidad de Batman.

 

 

Torre de Juanita Eufrasia

Torre de Juanita Eufrasia

Ese es el tiempo. Quizá falte un poco menos, quizá un poco más en esta cuenta regresiva pero digamos que eso no es tan relevante. Y te pido por favor no te ofendas Juana Eufrasia porque no importa cuánto tiempo me permites tomarte de la mano, o cuánto tiempo te permitas aguantarme porque santo no soy, bueno tampoco un demonio, a lo mucho un diablillo. Lo importante por encima de las marcas en el calendario es la sinceridad de cómo los vives. Por otro lado,  no hace mucho que abrieron las puertas de tu torre, y aunque te hayan dictado orden de comparecencia y tengas impedimento de salida del país, mejor dicho, estar de regreso en casa a las tres horas de haber salido, como si uno pudiera romper tantos protocolos en tan poco tiempo, por favor, sean más conscientes. A pesar de ello, o con el pesar de aquello, o muy a mi pesar, o a pesar de alguien, o porque su propia naturaleza es pesada y pese a quien le pese, o pase lo que pase, o porque a alguien le termina pesando sino no se esforzarían en hacer sentir tan cómodo a uno que, como ya dije, tan solo es un diablillo picarón. Con todos estos pesares que si los sumase y multiplicase a la “n” me convertirían en el acto en por lo menos una especie de beato que, como estudió un tiempo en la Universidad de Piura (Opus Dei) y mantiene alguna amistad con uno que otro canciller podría tentar, con el perdón de todos los numerarios y supernumerarios, la santidad misma. 

Juanita Eufrasia, Azucena de los Prados o de los Rosarios o como sea que se llame usted, quiero decirle que no tiene por qué preocuparse, que no importa. No importa nada. Porque la persona que me permite que le tome la mano es producto de esa torre y sin esa torre nunca tal vez me hubiera fijado en usted. Así que por favor, le pido solo sinceridad, ello será mi único alimento, aquello que me permita soñar con usted cada noche. Le quiero mucho Juanita Eufrasia, muack.

Devolver por favor!!!

Devolver por favor!!!

Anoche fui asaltado. Ganas no me faltan de ser asaltado nuevamente pero tan solo para agradecerles a los tarados que me robaron por hacerme ver cuán tarado soy, porque solo a un tarado se le ocurre exponerse como lo hice yo, en fin claro está que si me los vuelvo a encontrar no solo agradeceré el detalle sino que, con el perdón de mi casi enamorada y aunque esto no sea de su agrado, los cuelgo del puente con un cartelito que diga “no volveré a robar”. La verdad es que no sé si me los vuelva a cruzar, no solo por el hecho de probar qué tan tarado soy sino porque todavía tengo dentro de mis metas seguir viviendo y pienso que mientras no tenga una armadura a lo “Batman” o una GLOCK que me permita dejarles un regalito detrás de la nuca, dudo que ello ocurra. Sin embargo, si por esas cosas del destino, usted señor ladronzuelo lee esta misiva por favor le repito tenga la amabilidad de devolver mi celular Sony Ericsson o siquiera al menos la memory stick, por favor no me vuelva a decir “pasa, pasa, nomás … que te meto un plomazo”.

 

Pueden mis lágrimas

“tu manzana” inundar

pueden mis gritos

a tus oídos llegar

abrazarte sin tenerte,

tocarte sin verte.

Puede mi piel

1000 años arder

si de tus manos

caricias he de perder,

extrañar tu mirada

si me dejas de ver.

Puedo entre mar de almas

perderme a tu lado

puedo todo esto

y no sé cuánto más …

Búscame en el parque

búscame en las estrellas

búscame en tu tarde

o en los copos de nochebuena,

y si algún día

no me encuentras

no te olvides de buscar

como quien recuerda

en cualquier rincón

de tu cabeza.

ogro1

Este ogro

 

que la imaginación creó

 

por la gracia de tu mirada

 

en la realidad se desvaneció.

Y si en un mar

 

de espesa incertidumbre

 

éste habitó,

 

encontrársele puede hoy

 

por arboleda caminando

 

con la sonrisa

 

que de un niño hurtó

 

con la lumbre en el corazón

 

que cierto ángel encendió.

 

El poder del encanto

 

saberlo solo puede el hado

 

pero tan necio y osado

 

es este vasallo

 

que ciego o mutilado

 

pugnaría hasta el desmayo

 

por seguir contemplando cielo

 

con estrella adornado.